Cómo superar el agotamiento con una mentalidad de crecimiento
Una búsqueda de "burn-out" arroja 485 millones de resultados. El término tiene poca sustancia clínica o biológica, pero se ha hecho cada vez más popular. Hace un año, la Organización Mundial de la Salud incluyó el "burn-out" como síndrome derivado del estrés laboral crónico. Coinciden en que no es un diagnóstico clínico.
En primer lugar, los seres humanos no se queman. En segundo lugar, hay una forma mejor de entender la experiencia para poder recuperarse, reponerse y volver a conectar con la vida. En tercer lugar, considera la posibilidad de utilizar un lenguaje que active una mentalidad de crecimiento, en lugar de una mentalidad fija.
¿Sorprendido? Profundicemos un poco más.
En la Edad Media, "embrujada" era un diagnóstico popular que infligía tremendos sufrimientos a personas inocentes. Hoy sabemos que era una falsa construcción que sólo beneficiaba a la religión dominante.
Por qué no puedes quemarte
Una bombilla, un motor y un incendio pueden quemarse. La entropía gana y el sistema ya no tiene utilidad. Hay que sustituirlo. No es una buena analogía de la vida humana. Parece bastante definitiva (mentalidad fija).
Los seres humanos somos sistemas autocurativos y regeneradores (negentropía). De hecho, bajo presión respondemos con aprendizaje, crecimiento y mayor resiliencia (mentalidad de crecimiento). Un metaanálisis reciente demostró que cerca de la mitad de las personas (77,3% en un estudio) experimentan crecimiento postraumático tras sucesos traumáticos graves.
¿Qué ocurre cuando sentimos "agotamiento"?
Nuestro deseo es estar tranquilos, conectados, jugar y ser eficaces en la vida. En este estado, el nervio Vago ventral está activo. Nos sentimos seguros, confiados, íntimos y con energía para comprometernos. Tener esta experiencia durante la infancia es un factor clave para una buena vida. Podemos aprender a tener más.
Las experiencias repentinas o prolongadas de amenaza o presión nos hacen perder este estado adaptativo. El sistema simpático se activa y apaga el sistema vago ventral. No se trata de una decisión, sino de una reacción profunda del sistema nervioso autónomo. Puede ser repentina, estallando como un ataque de pánico (huida) o de rabia (lucha). También puede activarse lentamente como un sentimiento de ansiedad o ira.

Estas reacciones autonómicas inconscientes se seleccionan cuando el cuerpo se siente inseguro o amenazado. El viejo sistema simpático seleccionará señales que su mente puede no notar. Por ejemplo: "¿Son esos pasos de un ladrón en un callejón oscuro?".
El sistema simpático puede volverse inestable e hiperactivo. Esto es lo que ocurre en los trastornos de ansiedad y hostilidad. Lo primero que se pregunta es si puedo huir y evitar la situación (huida, miedo o ansiedad). Si no puedo escapar, el sistema pasa al ataque (lucha, ira u hostilidad).
Estas reacciones sirven a una serpiente o a un ratón en las fauces de un gato. En los humanos, es un enorme derroche de energía, inhabilita el pensamiento y rara vez tiene efectos positivos. En cualquier situación exigente - combate, deporte, keynotes, actuación - el efecto es debilitante.
Puede empeorar. Lo llamamos reacción de congelación. Si la amenaza es tan grave que ni huir ni luchar son opciones, simplemente nos inmovilizamos. El antiguo vago dorsal se activa y nos desplomamos. En situaciones extremas, podemos vaciar la vejiga y los intestinos, desmayarnos o romper a llorar. Esto ocurre en catástrofes naturales, guerras y abusos. La presión sanguínea desciende y el cerebro humano se ve privado de oxígeno.
En una situación más crónica, la esperanza se desvanece, perdemos energía, nos rendimos y renunciamos a nuestra responsabilidad. Sí, se siente como estar "quemado". Es difícil distinguirlo de la depresión si se mantiene durante semanas. Recuerda que no lo has elegido conscientemente. Tu cuerpo activó una antigua reacción para protegerte.

La teoría polivagal está siendo utilizada con éxito por cientos de terapeutas para mostrarte cómo reconectar con tu sistema autónomo y dominarlo. El libro de Deb Dana (ver más abajo) es un excelente comienzo.
Incluso después de graves traumas, ansiedad, depresión y hostilidad, esta metodología está cambiando vidas. Hay algunos pasos claros de aprendizaje:
- Percibir con precisión lo que ocurre en su cuerpo
- Etiquetar y observar las señales de congelación, huida, lucha y combate.
- Desarrollar cambios de estado hábiles para avanzar en la dirección correcta
- Activar la calma, la conexión, la confianza y el juego
- Former las fibras ventrales del nervio vago (nadar o meditar)
- ¿Te encuentras en el entorno adecuado para prosperar? Si no es así, haz un cambio.
Cuando te sientas inmovilizado, recuérdate a ti mismo que tu cuerpo seleccionó protección para mantenerte a salvo. Relájate, date cuenta, exhala, reconecta y vuelve a comprometerte. A medida que se fortalezca tu respuesta vago ventral, podrás dejar atrás el "agotamiento".
Superar el agotamiento y las mentalidades fijas
A medida que nos familiarizamos con el funcionamiento de la fisiología, el cuerpo, la emoción y la mente, el concepto de agotamiento se vuelve redundante. Cuando te lo dices a ti mismo, refuerzas la desesperanza. Cuando los expertos te etiquetan con burnout, te sientes roto y permanentemente dañado.
Con demasiada frecuencia, el agotamiento conduce a la queja y la culpa. Esto es absolutamente lo último que necesitas para tu recuperación.
Burnout es un término que ya no nos sirve. Nos encierra en la mentalidad fija. Con paciencia, comprensión, aprendizaje y práctica, la reacción de inmovilización puede dominarse con muchas técnicas seguras y probadas. Terapeutas, consultores, expertos en resiliencia, empresas y tú podéis mejorar con una mentalidad de crecimiento.
Al igual que aprendimos que "embrujado" es un término pobre, es muy probable que el agotamiento se desvanezca bajo la luz de la verdad, la sabiduría y la autocompasión.
- Ejercicios de teoría polivagal para la seguridad y la conexión, Deb Dana, 2020
- Conexiones perdidas, Johan Hari, 2018
- Actuar bajo presión, Ceri Evans, 2019
- Teoría polivagal, Stephen Porges, 2012

